¿Cómo gestionar los síntomas de la miotonía no distrófica?
Las personas diagnosticadas con miotonía no distrófica pueden experimentar rigidez, debilidad o incluso dolor en algunas partes del cuerpo, pero los síntomas varían de una persona a otra.1,2 Si bien aún no hay una cura para esta enfermedad, la mayoría de las personas consiguen hacer que su día a día sea más llevadero con pequeños cambios.
Si este es tu caso, sigue leyendo. Abajo encontrarás algunos consejos y recursos para aprender a conocer tu cuerpo, adaptar tu estilo de vida y realizar un buen seguimiento de tus síntomas. Todo esto te ayudará a mejorar tu calidad de vida con estrategias para reducir episodios.
“Tenía que estar todo el rato inventándome excusas. Más adelante, tenía que ir siempre ‘un paso por delante’ para poder subir las escaleras solo, sin que nadie me viera, mucho menos mis amigos del cole.”
— SL, Miotonía de Thomsen
Dieta y ejercicio: adaptar tu estilo de vida a tu tipo de miotonía
El ejercicio regular puede ayudar a reducir la rigidez muscular y mejorar la movilidad en muchas personas con miotonía no distrófica, siempre que realices una actividad física adaptada, que tenga en cuenta tu situación concreta y tus síntomas.
Muchas personas con miotonía congénita de Thomsen o Becker notan que la rigidez muscular es más intensa al comenzar a moverse después de un período de inactividad, pero mejora al repetir el mismo movimiento varias veces: esto se conoce como efecto de calentamiento. Esto puede ser útil, por ejemplo, al subir escaleras o al empezar a caminar.
Sin embargo, no todas las personas con miotonía experimentan este efecto, ya que diferentes factores pueden desencadenar los síntomas dependiendo del tipo de miotonía que tengas1,3.
En la paramiotonía congénita, por ejemplo, la rigidez empeora con el movimiento continuo1. En el caso de la parálisis periódica hipercaliémica, los síntomas pueden desencadenarse tras un período de reposo luego del ejercicio1.
Por ello, es fundamental adaptar la actividad a tus necesidades específicas. Dicho esto, algunas de las recomendaciones más comunes para pacientes con miotonía incluyen:
- Realizar ejercicio aeróbico moderado, como caminar, nadar o bicicleta estática.
- Priorizar movimientos suaves y controlados.
- Hacer estiramientos antes y después de la actividad.
- Evitar el ejercicio muy intenso o con cargas elevadas. Si bien el entrenamiento de fuerza no se considera perjudicial para personas con miotonía, se debe evitar las contracciones bruscas o muy intensas,2,4 especialmente si notas que te provoca más debilidad o fatiga.
En cuanto a la alimentación, aunque no existe una dieta específica para la miotonía no distrófica, muchas personas encuentran útil:
- Mantener una buena hidratación.
- Evitar periodos largos de ayuno.
- Tomar un pequeño tentempié antes de realizar actividad física, especialmente si notas que te ayuda a gestionar mejor tus síntomas.
Seguimiento de los síntomas: cómo detectar patrones
Llevar un seguimiento diario de síntomas te permite conocer mejor cómo evoluciona tu miotonía en el día a día. Observar en qué momentos aparece la rigidez, cuánto dura y qué situaciones parecen empeorarla o aliviarla te ayudará a comprender tus propios patrones.
Factores como la temperatura, el estrés, la inactividad o el ejercicio pueden influir de manera diferente en cada persona, y entender tu respuesta individual te permitirá anticiparte y gestionar mejor los episodios. También te permitirá aportar información valiosa a tu equipo médico en las consultas. Así, podrán ajustar las recomendaciones y apoyarte de forma más personalizada.
El papel del diario de síntomas.
Hemos creado un diario especialmente pensado para personas con miotonía no distrófica. Una herramienta sencilla que te ayudará a:
- Registrar tus síntomas día a día, incluyendo si experimentas debilidad, fatiga o dolor en momentos específicos.
- Detectar qué situaciones los mejoran o los empeoran.
- Preparar tus visitas médicas con información clara y precisa.
- Descárgalo gratis y empieza hoy mismo a tomar el control de tu salud.
¿Cuándo consultar de nuevo con tu equipo médico?
Si sufres de episodios de miotonía dolorosa o fatiga, es normal que te cueste más mantenerte activo5. En esos casos, es recomendable consultar a un profesional que pueda orientarte sobre las mejores opciones para tu situación.
Independientemente del tipo de miotonía no distrófica que tengas, si a pesar de aplicar estrategias y cambios en tu estilo de vida los síntomas siguen afectando tu día a día, es importante que vuelvas a hablar con tu equipo médico2. Ellos pueden ayudarte a explorar otras alternativas hasta encontrar lo que mejor funcione para ti.
También debes tener en cuenta que, si durante o después del ejercicio sientes dolor inesperado, dificultad para respirar, palpitaciones, mareos o un cambio en los síntomas, es importante detenerte y contactar con un profesional sanitario.
Referencias
- Hahn C, Salajegheh MK. Iran J Neurol 2016;15:46–53
- Stunnenberg BC, et al. Muscle Nerve 2020;62:430-444
- Matthews E, et al. Brain 2010:133; 9–22
- Jitipolmard N, et al. Curr Treat Options Neurol 2020;22:34
- Trip J, et al. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2009;80:647-652
Las personas diagnosticadas con miotonía no distrófica pueden experimentar rigidez, debilidad o incluso dolor en algunas partes del cuerpo, pero los síntomas varían de una persona a otra.1,2 Si bien aún no hay una cura para esta enfermedad, la mayoría de las personas consiguen hacer que su día a día sea más llevadero con pequeños cambios.
Si este es tu caso, sigue leyendo. Abajo encontrarás algunos consejos y recursos para aprender a conocer tu cuerpo, adaptar tu estilo de vida y realizar un buen seguimiento de tus síntomas. Todo esto te ayudará a mejorar tu calidad de vida con estrategias para reducir episodios.
“Tenía que estar todo el rato inventándome excusas. Más adelante, tenía que ir siempre ‘un paso por delante’ para poder subir las escaleras solo, sin que nadie me viera, mucho menos mis amigos del cole.”
— SL, Miotonía de ThomsenDieta y ejercicio: adaptar tu estilo de vida a tu tipo de miotonía
El ejercicio regular puede ayudar a reducir la rigidez muscular y mejorar la movilidad en muchas personas con miotonía no distrófica, siempre que realices una actividad física adaptada, que tenga en cuenta tu situación concreta y tus síntomas.
Muchas personas con miotonía congénita de Thomsen o Becker notan que la rigidez muscular es más intensa al comenzar a moverse después de un período de inactividad, pero mejora al repetir el mismo movimiento varias veces: esto se conoce como efecto de calentamiento. Esto puede ser útil, por ejemplo, al subir escaleras o al empezar a caminar.
Sin embargo, no todas las personas con miotonía experimentan este efecto, ya que diferentes factores pueden desencadenar los síntomas dependiendo del tipo de miotonía que tengas1,3.
En la paramiotonía congénita, por ejemplo, la rigidez empeora con el movimiento continuo1. En el caso de la parálisis periódica hipercaliémica, los síntomas pueden desencadenarse tras un período de reposo luego del ejercicio1.
Por ello, es fundamental adaptar la actividad a tus necesidades específicas. Dicho esto, algunas de las recomendaciones más comunes para pacientes con miotonía incluyen:
- Realizar ejercicio aeróbico moderado, como caminar, nadar o bicicleta estática.
- Priorizar movimientos suaves y controlados.
- Hacer estiramientos antes y después de la actividad.
- Evitar el ejercicio muy intenso o con cargas elevadas. Si bien el entrenamiento de fuerza no se considera perjudicial para personas con miotonía, se debe evitar las contracciones bruscas o muy intensas,2,4 especialmente si notas que te provoca más debilidad o fatiga.
En cuanto a la alimentación, aunque no existe una dieta específica para la miotonía no distrófica, muchas personas encuentran útil:
- Mantener una buena hidratación.
- Evitar periodos largos de ayuno.
- Tomar un pequeño tentempié antes de realizar actividad física, especialmente si notas que te ayuda a gestionar mejor tus síntomas.
Seguimiento de los síntomas: cómo detectar patrones
Llevar un seguimiento diario de síntomas te permite conocer mejor cómo evoluciona tu miotonía en el día a día. Observar en qué momentos aparece la rigidez, cuánto dura y qué situaciones parecen empeorarla o aliviarla te ayudará a comprender tus propios patrones.
Factores como la temperatura, el estrés, la inactividad o el ejercicio pueden influir de manera diferente en cada persona, y entender tu respuesta individual te permitirá anticiparte y gestionar mejor los episodios. También te permitirá aportar información valiosa a tu equipo médico en las consultas. Así, podrán ajustar las recomendaciones y apoyarte de forma más personalizada.
El papel del diario de síntomas.
Hemos creado un diario especialmente pensado para personas con miotonía no distrófica. Una herramienta sencilla que te ayudará a:
- Registrar tus síntomas día a día, incluyendo si experimentas debilidad, fatiga o dolor en momentos específicos.
- Detectar qué situaciones los mejoran o los empeoran.
- Preparar tus visitas médicas con información clara y precisa.
- Descárgalo gratis y empieza hoy mismo a tomar el control de tu salud.
¿Cuándo consultar de nuevo con tu equipo médico?
Si sufres de episodios de miotonía dolorosa o fatiga, es normal que te cueste más mantenerte activo5. En esos casos, es recomendable consultar a un profesional que pueda orientarte sobre las mejores opciones para tu situación.
Independientemente del tipo de miotonía no distrófica que tengas, si a pesar de aplicar estrategias y cambios en tu estilo de vida los síntomas siguen afectando tu día a día, es importante que vuelvas a hablar con tu equipo médico2. Ellos pueden ayudarte a explorar otras alternativas hasta encontrar lo que mejor funcione para ti.
También debes tener en cuenta que, si durante o después del ejercicio sientes dolor inesperado, dificultad para respirar, palpitaciones, mareos o un cambio en los síntomas, es importante detenerte y contactar con un profesional sanitario.
Referencias
- Hahn C, Salajegheh MK. Iran J Neurol 2016;15:46–53
- Stunnenberg BC, et al. Muscle Nerve 2020;62:430-444
- Matthews E, et al. Brain 2010:133; 9–22
- Jitipolmard N, et al. Curr Treat Options Neurol 2020;22:34
- Trip J, et al. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2009;80:647-652

